Letra de “Carta 2: María mulata azabache”


Décimas

Un treinta y uno de Agosto
te trajo a este mundo, Nila
y ese recuerdo perfila
en lo ancho y en lo angosto
de aquella cama que al costo
de los años ya se agrieta.
Y en esta memoria inquieta
no ha dejado de rondar:
¿Cómo no habrían de notar
que el niño nació poeta?

¿Cómo no habrían de notar
que el niño nació poeta?,
¿Cuándo se formó la beta
de tu madera al versar?.
Sueño y en un despertar
dentro de mi propio sueño,
llegas viéndome risueño
recordándome que un día,
te amamantaba María
dándote el don de pequeño.

Te amamantaba María
dándote el don de pequeño,
siendo su pecho aquel leño
que encendiera tu poesía.
Magia que revelaría
en ti, profunda pasión.
Ya inmersa en esta visión
surges en verso jarocho;
página cuarenta y ocho
portal a otra dimensión.

Décima de Guillermo Cházaro Lagos

María Expedita daba
la leche que yo mamé,
bendita Nana que fue
una fuente que manaba
la savia que nos llenaba
de vigor a dos primales,
Su niño y yo recentales
De mi nodriza llanera
Que nos dio la primavera,
¡Oh, flor de los pastizales!.

RAP

Yo pienso que María más
que flor de los pastizales
fue la lluvia que a la tierra
supo curar de pesares.

Supo curar los potreros
supo curar los maizales
supo chupar las heridas
supo curar animales.

Con tus niños de la mano
María, mulata azabache
y tu gardenia al costado
andas por los cafetales.

Con tu cachimba en la boca
María mulata azabache
sueltas a los cuatro vientos
tabaco que cura humeante.

Tabaco que a las serpientes
las calma para escucharte
cuando te escuchan les pides
que se vayan a otra parte.

Maestras sabias que por sabias
vinieron para enseñarte
sabia tu leche materna
de saberes ancestrales.

Savia pura de mil ríos,
ríos-serpientes, con caudales
que le dieron a mi abuelo
la palabra que es la llave.

Para honrar a los ancestros
a esta tierra, a estos lugares
la palabra que es la puerta
de comienzos y finales.

Culebra sabia infinita
María mulata azabache
palabra, verso infinito
María, mulata azabache.

Nila te confió a su niño
para que se lo apapaches
Nila te confió a su niño
para que tu lo amamantes.

Niño suertudo con dos
mujeres que te mecieran
niño suertudo que traes
de dos mujeres la herencia.

De Nila que te parió
su galopar y su fuerza
y de María y de sus senos
el canto de la culebra.

Y de esta tierra rojiza
madre de la vida eterna
traes dos ceibas en los ojos
que lloran cuando te alejas.

Madre fuego, madre barro,
madre maíz, madre tierra
de esta madre traes la vida,
traes el amor que se aferra.

Tierra que te haces palabra
vida que te haces fugaz
porque en un verso te tengo
y en otro verso te vas.

Madre que quisiste tanto
por otras dos madres más
que quisieron que esta tierra
fuera una tierra de paz.

Arantxa Peláez Cházaro (Arancha)